Una entrevista de Lorena Jiménez Alonso

La revista americana de música clásica Opera News le reconoció como uno de los artistas más interesantes de su generación. Su calidad musical y versatilidad dramática le han situado entre los grandes del panorama operístico internacional.

El cantante italiano, nacido en Venezuela, que creció en la ciudad natal de Verdi, se enamoró de la ópera a los ocho años escuchando al bajo búlgaro Boris Christoff cantar “Ella giammai m’ amò” (Don Carlo, Verdi), en una grabación de la colección de discos de su abuelo. A los once, ya había decidido  ser cantante de ópera, como su admirado Luciano Pavarotti. Pasó buena parte de sus tardes  acudiendo después de la escuela a  L’Accademia di Voci Verdiane en Busseto, para escuchar las masterclass de Carlo Bergonzi. Mientras sus compañeros de adolescencia dedicaban los fines de semana para ir al baile, Pisaroni disfrutaba de su tiempo libre con Amici di Verdi y viajaba en bus por toda Italia para ver ópera. Tras su exitoso debut en el Festival de Salzburgo a los 26 años, su presencia se ha convertido en habitual de los teatros y escenarios líricos más importantes del mundo. Aprovechando su paso por el Teatro Real de Madrid, que hoy a las 20:00 horas estrena temporada con Le nozze di Figaro, de Mozart, mantuvimos una extensa y coloquial entrevista con Luca Pisaroni: un hombre que gusta de la conversación y habla con entusiasmo de lo que hace; un artista con las ideas claras, que acoge con gran sencillez y humildad su gran éxito en un mundo que ama profundamente desde su infancia, el mundo de la lírica.

Vuelve al Teatro Real con Le nozze, pero no como Fígaro (papel con el que debutó profesionalmente y que ha cantado más de cien veces en diversos teatros y producciones), sino para cantar el aristócrata sevillano, el Conde de Almaviva.

Sí, efectivamente. He cantado Fígaro muchísimas veces…más de 150, y la verdad es que estoy muy contento de estar haciendo el Conde, porque este rol es mucho más bonito…Fígaro es un buen papel, y es un “bravo ragazzo”, pero desgraciadamente, los chicos buenos son un poco aburridos…así que cuando uno interpreta a los que son un poco más malos, se divierte mucho más (risas). Y desde el punto de vista dramático, encuentro mucho más interesante al Conde…Sinceramente, el segundo acto y el tercer acto del conde son mucho más interesantes que los de Fígaro. Debuté en ese papel hace tres años en América, y desde el principio dije a mi agente que quería cantar ese rol, porque me divertía mucho más.

¿Entonces, personalmente, el conde es su favorito?

Son dos roles diferentes, y a decir verdad, no podría decir quién de los dos es mi preferido…porque fíjese que hice el Conde en París, y luego meses más tarde canté Fígaro en Viena y, eso es algo estupendo. Yo creo que Le nozze es una de las óperas más perfectas que se han compuesto, y el final del segundo acto parece realmente un reloj, es decir, un mecanismo perfecto…así que, las satisfacciones de cantar Fígaro o el conde son iguales…Por ejemplo “Haigià vinta la causa” es una aria que tiene una energía que no tiene nada que ver con la de Fígaro, así que, en definitiva, el conde es un rol que me viene bien y que quiero cantar.